martes, 1 de junio de 2010

DESCUBIERTOS MÁS DE VEINTE CADÁVERES DE NIÑOS UTILIZADOS EN RITOS SATÁNICOS EN COLOMBIA



PILAR LOZANO, Bogotá
Pereira, en la provincia de Risaralda, una de las tres capitales del eje cafetero en Colombia, está sobrecogida. En menos de una semana se han encontrado dos fosas con los restos de al menos 26 personas, la mayoría niños. El primer hallazgo se dio hace una semana. Unos niños que jugaban en un solar, cercano a la Villa Olímpica, en el barrio Nacederos, se tropezaron con una calavera. El espanto aumentó cuando la policía, alertada, siguió descubriendo huesos, en total los restos de 13 personas, todas menores de edad. La policía sospecha de sectas satánicas.
A este hecho se sumó, el pasado martes, otro hallazgo aún más espeluznante: en la carretera que de Pereira conduce a Marsella aparecieron 13 cadáveres. Algunos de los cuerpos tenían sogas agarradas al cuello o en las manos, que los mantenían amarrados a árboles. Se encontraron también vestigios de piel y retazos de prendas de vestir. Las autoridades creen que las víctimas -se sabe ya que hay ocho niños y dos adultos, hombre y mujer- fueron torturadas y que permanecieron a la intemperie varios días. Se supone también que el crimen se cometió hace 15 o 20 días.
Estos son dos casos más de una cadena siniestra, que se inició hace ya cinco años. En este periodo, en ocho oportunidades, se han hecho descubrimientos similares y se han rescatado los restos de 30 menores. Los investigadores tratan de armar el rompecabezas y manejan dos hipótesis: una que sea el resultado de ritos satánicos -en los últimos años se ha visto el auge de estos grupos diabólicos- o que se trate de crímenes de un maniaco sexual.
El director de la Policía Nacional, general Rosso José Serrano, parece más inclinado a la primera: "Con el narcotráfico se dieron cambios de comportamiento y de religión. El narcotráfico trajo nuevas formas de santería y sectas", dijo ayer miércoles el general.
Mientras las investigaciones continúan, más de 250 familias, que tienen algún familiar desaparecido, esperan la identificación de los restos.
Entre enero y octubre de este año se han denunciado en Pereira 40 casos de niños, la mayoría muy pobres, que no han vuelto a sus casas. Entre ellos los primos David y Jeison, de 11 y 12 años. El pasado 11 de octubre salieron muy de mañana de su casa a cumplir con su trabajo, como vendedores de prensa. No regresaron. La madre del primero cree que su hijo está entre los muertos. "Cuando escuché la noticia de los restos encontrados sentí un escalofrío en el cuerpo que me dio a entender que mi hijo está entre ellos", confesó entre lágrimas. La madre de Jeison sigue aferrada a una esperanza: "Mi hijo no puede estar entre las víctimas; yo sé que no".
En Pereira, la mayoría de las personas declaradas como perdidas son niños y jóvenes entre 10 y 16 años. Según Gloria Teresa Betancur, directora del Cebi, centro que trabaja en este tema, la deserción estudiantil y la vinculación de los niños y de jóvenes a actividades laborales ha servido de abono para la desaparición de menores.
Para el director de investigaciones de la fiscalía regional, Juan Guillermo González, es posible que gran parte de las osamentas recientemente encontradas correspondan a niños de la calle. En medio de la confusión y el dolor, el párroco de la catedral de Nuestra Señora de la Pobreza, en Pereira, llamó a sus feligreses a cuidar más a sus hijos.
La Vanguardia, 21 de noviembre de 1998

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